Es frecuente escuchar que la necesidad de acudir a terapia individual es para personas débiles y que hacerlo deja ver cierta inmadurez por el hecho de solicitar apoyo, sin embargo para empezar un proceso terapéutico no hay una etapa específica ni está dirigida sólo a determinadas personas.
La terapia es para todas aquellas personas que están pasando por situaciones que les superan, que pasan por un momento conflictivo, por una crisis personal, un duelo, depresión, ansiedad, baja autoestima, conflictos de pareja, crisis laborales, pérdida de sentido en la vida, separación sentimental, etcétera.
La terapia también es benéfica para las personas comprometidas con su crecimiento personal, familiar, profesional, que les interesa conocerse y estar más conscientes de su realidad.
En estas situaciones buscar ayuda terapéutica es un óptimo recurso pues en un ambiente profesional de aceptación y apoyo se logran reconstruir las áreas afectadas, pudiendo reconocer las propias debilidades y fortalezas obteniendo así recursos emocionales que permiten responder a las situaciones que las etapas de la vida presentan, en la toma de decisiones asertivas y relaciones sanas.
En el espacio terapéutico, el trabajo que se construye terapeuta-paciente, es relacional, esto quiere decir que es un trabajo conjunto, terapeuta-paciente construimos un vínculo terapéutico profesional y humano en el que el trabajo de ambos permita construir los recursos para enfrentar la realidad.
No es una acción individual, siempre es en relación pues así es en el afuera, siempre en relación, de ahí que se crea un ambiente profesional de confianza, congruencia, empatía y aceptación positiva incondicional en pro del proceso del paciente, que contribuye a que sea consciente y responsable de sí mismo, de sus sentimientos, pensamientos y decisiones.